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Camino de Santiago, camino del norte. La crónica.
Una historia de superación. No por mí, que también lo ha sido, si no por las personas que me han acompañado durante estas 5 etapas. Hacerse más de 400 kilómetros del Camino de Santiago sin apenas haber entrenado sobre la bicicleta roza la épica. BRAVO.
Dicho esto, voy a resumir, brevemente (si me pongo a contar detalles daría para un libro), lo que ha sido mi primer Camino de Santiago, en bicicleta, y por el norte, con la dificultad que eso implica.
Etapa 1 (Gijón – Cadavedo)
El viaje comenzaba en Gijón, donde a las 6.15 de la mañana sonaban nuestros despertadores para intentar salir lo más temprano posible. Era la etapa más larga, unos 94 Km teóricos (al final nos salieron en torno a 100 Km), por lo que se preveía una etapa larga y dura.
La primera mitad de la etapa la verdad es que fue muy llevadera. Saliendo de Gijón, hasta la industrial Avilés, fue un trayecto gris pero curioso, con fábricas emanando humo y fuego a través de sus ventanas, dándole un toque siniestro pero con encanto al trayecto.
La segunda mitad del trayecto fue dura, muy dura. Para que os hagáis una idea, los últimos 15 kilómetros nos llevó más de dos horas.
Pueblos como Cudillero, la Playa del Silencio o la playa de la Concha de Artedo pusieron la nota bonita del día.
Finalmente llegamos a Cadavedo en torno a las 21.00 horas, habiendo comenzado esta etapa a las 8.00 am. No está mal. Eso sí, tuvimos la suerte de que encontramos cama en una casa privada de una familia que albergaba peregrinos. Una buena cama y una buena ducha es el mejor de los remedios que podíamos tener…
Etapa 2 (Cadavedo – Ribadeo)
Segunda etapa. Nos despertamos con miedo de que no pudiéramos ni con nuestra alma por el día anterior, pero es increíble como el cuerpo se acostumbra al sufrimiento y se adapta a cualquier circunstancia.
Algo de agujetas y un poco de dolor en las zonas nobles, pero con ganas de este segundo día de Camino de Santiago.
A primera hora de la mañana tocó arreglar un pinchazo del día anterior en la bicicleta de Raúl, pero no sería el único problema mecánico ese día.
Cuando apenas llevábamos 5 kilómetros de trayecto, de nuevo la bici de Raúl decide que no quiere rodar más. Rotura de cadena en mitad del campo. Tras unos momentos de crisis, pudimos llegar andando a la carretera más próxima, donde llamamos a nuestro casero de la noche anterior, para que nos pudiera venir a buscar y que Raúl pudiera ir a alguna tienda cercana a arreglar la bicicleta. Si no es por su ayuda hubiéramos estado bastante jodidos…
Cabe recalcar nuestro error de no llevar tronchacadenas, pero ninguno pensamos que podríamos romper la cadena de una bicicleta bien revisada antes de comenzar el viaje…
Así pues, Raúl salió en busca de una tienda abierta para arreglar su bici, y nosotros seguimos con la ruta establecida.
Llegamos a Luarca, pueblo muy bonito donde paramos a desayunar, y después de hablar con Raúl, quedamos en vernos en Navia. Allí estaba un amigo suyo, el cual le ayudó a arreglar la bici, y, junto a su familia, nos invitó a una tremenda barbacoa. Perfecta para recuperar fuerzas y descansar un poco. Muchas gracias Edgar y Cía. por vuestra amabilidad.
La parte final de la etapa fue de las más bonitas del Camino, bordeando acantilados y playas impresionantes, como Cabo Blanco y la playa de Porcia, para al fin llegar a Ribadeo y finalizar nuestra segunda etapa.
Etapa 3 (Ribadeo – Abadín)
Tercera etapa, la más corta, pero muy dura, sobre todo la parte final. Dejamos la costa para adentrarnos poco a poco en Galicia. El paisaje cambia por completo, penetrando en grandes valles, atravesando aldeas de piedra casi abandonadas, cruzándonos con vacas y perros que nos saludan a nuestro paso…
Un trayecto muy bonito, hasta la llegada a Mondoñedo, donde paramos a comer, para después enfrentar la etapa final.
La subida final son aproximadamente 15 km, salvando unos 400 metros de desnivel. Esto se tradujo en una hora y cuarto de subida constante, en la que cada uno de los cuatro lo hizo a su ritmo, sin prisas pero sin pausa.
Llegada final a media tarde, pudiendo así disfrutar de una (o dos) buenas cervezas. Nos lo habíamos ganado.
Etapa 4 (Abadín – Sobrado dos Monxes)
Penúltima etapa. Psicológicamente, eso siempre es una motivación. A priori, lo duro había pasado, por lo que ahora debíamos empezar a disfrutar más del camino y a estar menos pendiente de las piernas.
Esta etapa era una etapa larga, pero salvo un repecho al final, no demasiado dura. No obstante, el cansancio acumulado empezaba a hacer mella.
El trayecto tenía mucho camino de montaña, lo que aumentaba su atractivo. Pudimos disfrutar de uno de los mejores descensos de todo el camino, eso sí, tras una dura subida en la que tuvimos que ir unos cuantos metros empujando la bicicleta… Sin duda mereció la pena (podéis ver un fragmento del descenso en mi cuenta de Instagram, PINCHA AQUÍ).
Llegada final al Monasterio de Sobrado dos Monxes, monasterio impresionante donde pudimos sentir de verdad lo que es ser un peregrino. Muy recomendable hospedarse allí, en el que sólo tienes que pagar la voluntad, y donde podrás compartir experiencias con otros peregrinos. Eso sí, a las 22.00 hay que estar dentro, ya que hay toque de queda y no podrás entrar después de esa hora.
La anécdota más divertida de la etapa fue el momento en el que Héctor y yo decidimos seguir con el camino marcado, mientras que Adri y Raúl prefirieron acortar por Nacional.
A priori, el hecho de ir por Nacional debería hacerles llegar antes. Sin embargo, e inexplicablemente, se perdieron, por lo que Héctor y yo llegamos 45 minutos antes que ellos.
Etapa 5 (Sobrado dos Monxes- Santiago)
Etapa final, y sin duda, la etapa más emocionante. En esta etapa se une el camino francés con el del norte, por lo que en esta etapa había que ir con cuidado, ya que teníamos que ir esquivando peregrinos cada dos por tres.
No obstante, el ambiente general mejoró mucho, ya que pasamos de la soledad de los anteriores días al bullicio del camino francés y de sus caminantes.
Esta etapa era corta, 61 km. Sin embargo, lo que debía ser un paseo hasta Santiago, se nos hizo algo cuesta arriba, quizá por las ganas de llegar, y por el cansancio que llevábamos ya en nuestras piernas.
Así pues, fuimos descontando kilómetros, hasta que empezamos a ver edificios modernos y grandes, lo que indicaba que ya estábamos casi en Santiago.
La nota dramática de la etapa fue una fea caída de Adri, que a punto estuvo de amargarnos la llegada triunfal a Santiago. Suerte que todo quedó en un golpe 😉
Así pues, después de más de 400 kilómetros, averías, caídas, cansancio y sueño, conseguimos llegar a la Plaza del Obradoiro. Difícil de explicar con palabras, pero sin duda fue la guinda de un pastel que seguro volveré a repetir.