Deporte y Salud
Mi primer Medio Ironman. Tan duro, que repetiré.
Tres días he necesitado para empezar a escribir esta entrada. Dos semana para publicarla. Demasiadas emociones, imágenes, cosas que contar… y no saber cómo estructurar.
Os estoy hablando de mi primer Medio Ironman. Sí, esa distancia que sólo unos locos podrían considerarlo deporte: 1,9 Km natación, 90 Km ciclismo y 21 Km de carrera a pie. Todo seguido.
Después de ese sábado, me he dado cuenta que, efectivamente, estamos un poquito locos. Pero bendita locura… No sé si seré capaz de transmitir lo que pudimos sentir los colgados que allí estábamos, en uno de los Medios Ironman más duros de España, y que además era Campeonato de España de Media Distancia, en Guadalajara, por lo que el nivel general de la prueba fue muy alto.
Comienzo del día
La hora en la que estaba establecida mi salida era las 14.10, correspondiente a la salida de mi Grupo de Edad (GGEE). Pensaréis, bueno, al menos no madrugó… Pues no, a las 9.30 ya estábamos Jorge y yo por las calles de Guadalajara, para dejar preparado todo el material necesario para la última transición, es decir, el cambio de bicicleta a carrera a pie.
Ya lo he comentado muchas veces, la pre-competición estresa mucho, el organizar todo, y aquí no iba a ser menos. Bolsa azul para la bicicleta, blanca para ropa, verde para correr…
Por tanto, dejamos la bolsa verde en Guadalajara, ya que allí es dónde llegaríamos tras los 90 kilómetros de bicicleta, y como hasta las 11.00 no cogíamos el autobús que nos subiría al pantano de Pareja, dónde comenzaría la prueba, decidimos ir a tomar un café, una buena tostada, e ir soltando nervios…
Como la bicicleta la habíamos dejado el viernes anterior por la tarde, tampoco teníamos mucho más que hacer.
Así pues, a las 11.00 cogimos el bus que nos trasladaba al comienzo de la prueba, más o menos una hora de viaje. La verdad que el viaje nos “aplatanó” un poco, pero pasamos por algunos pueblos donde unas horas más tarde cruzaríamos dando pedales, y la verdad que la zona era muy bonita.
Llegamos al pantano de Pareja sobre las 12 del mediodía, hora perfecta para sacar el tapper de pasta que traíamos, tirarnos en el césped, y comer, relajarnos (lo que podíamos), y ver el desfile de “aviones”, o sea bicicletas, que iban dejando los triatletas en la transición.
Reflexión: qué importante es tener una “cabra” (bicicleta de triatlón) o una aero con acoples para este tipo de pruebas. Más tarde me daría cuenta…
Así pues, poco a poco fue llegando el momento. 14.10, y allí estábamos, Jorge y yo, colocados con nuestro gorro naranja, y preparados para intentar lograr nuestro objetivo, y en lo que invertiríamos nuestras próximas 5 – 6 horas; llegar a meta en las mejores condiciones posibles.
Natación (1,9 Km)
La verdad que la natación era la disciplina que menos me preocupaba de toda la prueba. 1,9 kilómetros que los iba a hacer de manera fácil, sin forzar, por aquello de reservar fuerzas para la bicicleta.
Salida tranquila, enseguida se rompió el grupo, quedándome como líder del segundo grupo. Podría haber apretado más, pero como he dicho, era mi primer contacto con un Medio Ironman y no quería “calentarme” demasiado nada más comenzar. 34 minutos de natación, y camino a la transición a la bicicleta. Aquí empezaba lo bueno.
Ciclismo (90 Km)
Todos nos habían dicho que el circuito de bici era duro. Bonito, pero muy duro. Y nada más salir de la transición, primer repecho.
Os adjunto el recorrido que hicimos junto al perfil, para que os podáis hacer una idea de lo que iban a ser los siguientes 90 km, o las siguientes 3 horas de competición, como lo queráis mirar…
La estrategia era clara, “Dani, hay que ir ligero de piernas, a ritmo constante, sin calentarse, que esto es muy largo, y comiendo bien”. Esa fue mi filosofía durante todo el tramo ciclista. Al menos hasta donde pude.
Tengo que resaltar el tema de la nutrición como un punto importantísimo. Señores, en un sprint, e incluso en distancia olímpica, el comer no es tan transcendental como lo puede ser en un media distancia. No hay cuerpo que aguante 3 horas de ejercicio físico fuerte sin meter gasolina…
Por tanto, mi estrategia era clara, un gel cada 30 minutos, aproximadamente, durante la bicicleta, y beber constantemente, tanto bidón de agua como bidón de isotónico.
Volviendo al recorrido ciclista, los primeros 13 kilómetros fueron una sucesión de toboganes, más o menos llevaderos, que servía para ir calentando motores para lo que venía.
En el kilómetro 13, y hasta el kilómetro 20 aproximadamente, nos íbamos a encontrar el primero de los tres grandes puertos que había en este circuito. No había hecho el circuito antes (error), pero sí había visto el perfil y el recorrido, por lo que me lo tomé tranquilo. Además recordé el vídeo de Alberto González, (Pincha aquí), y la verdad que me ayudó, de alguna manera, a visualizar la carrera.
Tengo que decir que a partir de este momento, comenzaron a adelantarme muchísimos triatletas que, obviamente con más experiencia y con mejores bicicletas que la mía (vuelvo a repetir lo que dije al principio, en esta distancia se nota mucho ir acoplado), iban a provocarme cierta desazón en más de un momento, ya que el verles hacía que pareciera fácil…Pero bueno, yo a lo mío, que mi objetivo esta vez no era hacer tiempo.
Desde el kilómetro 20 hasta el 64, no recuerdo nada súper reseñable, más allá de disfrutar. Disfrutar del viento, del paisaje, de pueblos como Fuentelencina o Moratilla de los Meleros (pueblo de mi abuelo), donde la gente estaba volcada en la calle animando. Seguían adelantándome triatletas, claro está, pero yo seguía a lo mío, pedalear y no olvidarme de comer cada 30 rigurosos minutos.
Mención especial a todos mis amigos del club, que por supuesto fueron adelantándome durante la bicicleta, siempre animándome al pasar por mi lado. Tengo que dar la enhorabuena a cada uno de ellos, porque todos hicieron un señor carrerón. Jorge, Felipe, Ramajo, Paco, Javi, y unos cuantos más… ANIMALES.
Y después de esos aproximadamente 40 kilómetros, llegamos al segundo puerto. Hasta entonces había conseguido mantener una media bastante decente, pero a partir de ahora la cosa iba a cambiar.
Kilómetro 65 aproximadamente. Me vais a perdonar la expresión, pero era, para mí, un puerto “tocapelotas”, y que sin duda haría que los últimos kilómetros de ciclismo se me hicieran eternos.
Pues nada, plato pequeño, piñón grande, y a apretar dientes.
La faena, que esto era la antesala del siguiente y último puerto, donde aparecía, definitivamente, el tío del mazo, para ponerme en su sitio, pues hasta ese momento me las prometía muy felices.
El último puerto comenzaba justo pasado Lupiana, y eran “sólo” 5 kilómetros de subida. Aquí señores es donde tuve que sacar fuerzas de flaqueza y tirar de cabeza. No podía apretar más. Y no podía comer más.
Un, dos, un, dos… así hasta llegar a la cima, kilómetro 80 aproximadamente, y poder “disfrutar” los últimos 10 kilómetros de trayecto hasta Guadalajara. 3h: 13 minutos. Mi objetivo era no pasar de 3 horas, pero bueno, ya casi estaba hecho…
Carrera a pie (21 Km)
Aquí señores, no sé por dónde empezar, o si terminar directamente la entrada. Sólo recuerdo momentos. Momentos muy duros, y muy emotivos.
Recuerdo bajarme de la bici y no poder ni andar. Recuerdo dar la primera de las 4 vueltas, y pensar, es imposible que yo haga esto.
Recuerdo, en la segunda vuelta, oír la voz de mis amigos. Recuerdo a Bea corriendo junto a mí, diciéndome “Venga joder que vas muy bien”. Recuerdo a mi amigo Jose, diciéndome, “Con cabeza, puedes ir más lento”. Recuerdo a mi amiga Belén, que a pesar de estar malita, sacó fuerzas suficientes para aguantar y apoyarme hasta el final… ¡GRACIAS!
Recuerdo comenzar la carrera a pie a 4:20 min/km, y ver cómo era incapaz de bajar de 5 min/km desde la segunda vuelta, 5:20, 5:30…
Recuerdo como, de las ganas que tenía de acabar la prueba, de la emoción y el apoyo increíble de la gente en Guadalajara, se me saltaban las lágrimas mientras corría por sus calles. Menos mal que tenía las gafas para que no me vieran.
Recuerdo como al final de la segunda vuelta, ecuador de la carrera, me encuentro al girar una curva con mis padres, aplaudiéndome, emocionados. Recuerdo ponerme a llorar otra vez, y recuerdo asfixiarme porque no podía llorar y respirar. Así que dije Dani, cojones, deja de llorar, que necesitas respirar…
Recuerdo comenzar la tercera vuelta, y oír a Marta decirme, “¡Lo importante es terminar, te queda menos de la mitad!”. Recuerdo ver gente andando, o abandonando. Yo me lo plantee en el algún momento, pero no podía. Tenía que terminar.
Recuerdo la batukada, la gente animando, compañeros del club animándome cuando me cruzaba con ellos, Sara y su familia, Ana, los de la comunión (o boda), algo borrachos arengando a los atletas.
Recuerdo la última vuelta, recuerdo andar porque ya no podía más, y una mujer echándome la bronca porque ya lo tenía hecho. Tuve que volver a correr, que remedio.
Recuerdo cómo no me entraba ni un gel más, los calambres, el amago de vomitar que me entró y que pude controlar.
Recuerdo a los jueces preguntándome el dorsal en la última curva cuando no tenía fuerzas ni para hablar, sólo las justas para enfilar el parque, recoger la pulsera amarilla de la última vuelta, tomar el cartel que decía M-E-T-A, y llegar…
Y recuerdo el arco de meta. Y felicitaciones, y vasos de Coca-Cola, y golosinas. Y felicidad.
5h: 55 minutos de disfrutar y de sufrir, en ese orden. Pero ya estaba hecho, mi primer Medio Ironman, y de los duros. A partir de aquí, todo va a ser mejorar.
Porque siempre había oído que esta distancia tenía ese algo que te hacía sufrir, pero que era como un veneno que te inoculaban debajo de la piel y que ya quedabas infectado para siempre.
Y es así amigos. El año que viene más y mejor. Más divertido, y mejor preparado. Repetiré.
Amiguete Lester
¡Enhorabuena, Dani, qué bestia, qué máquina! Ese sufrimiento de los últimos kilómetros de carrera me ha recordado al final de mi primer maratón: exhausto, incapaz de dar un paso más, pero tu cabeza te hace seguir, te agarras a los ánimos de la gente y de la familia que te está apoyando, y al final llegas a meta llorando. Es inenarrable. Y pese a que tu cuerpo te dice «te he llevado hasta aquí, pero no lo repitamos más», tu cabeza ya te está diciendo que dónde va a ser el siguiente, como haces tú en el post.
Menuda experiencia debe de ser la del medio Ironman, toda una proeza, no digamos el completo que te veo que te lanzas cualquier día. Y además por una zona muy bonita, tuvo que ser una gran carrera.
Lo dicho, ¡enhorabuena, crack, ya solo cabe mejorar marcas!
Un abrazo.
Daniel Claros
¡Amigo Lester!
Primero de todo, muchas gracias por tu comentario y mi respuesta tardía 🙂
No sé si será algo comparable a correr una Maratón (yo lo veo inalcanzable a día de hoy), algo en lo que tú estás hecho un experto, pero efectivamente, este tipo de pruebas sirven para comprobar como la cabeza es más importante de lo que parece.
Te puedo asegurar que la última hora larga de carrera fue TODO cabeza.
Por lo demás, nada que no sepas, como bien dices, lo que uno siente es difícil de transmitir (aunque lo haya intentado).
Sigo invitándote a compartir la experiencia de probar un triatlón, estoy seguro que te va a gustar, e igual coincidimos debutando en distancia Ironman algún día…
¡Un fuerte abrazo!