Deporte y Salud
Mamá, quiero hacer triatlón. Lo que enseña este deporte.
Hace un año largo, aproximadamente, que decidí practicar de una manera más “seria” un maravilloso deporte, el triatlón, un deporte que conocí por casualidad, y que jamás hubiera llegado a imaginar que llegaría a ser una parte tan importante de mi vida (y no lo digo desde un punto de vista obsesivo, sino como un complemento más que da balance a mis días).
Un año largo hace que empecé a entrenar con Los Diabllillos de Rivas, y un año en el que he pasado de correr 35 minutos dos días por semana, a aprender a nadar (creerme cuando digo que lo que hacemos la gente normal no es nadar, es simplemente… no ahogarse 🙂 ), a montar en bici y a correr, y correr me refiero a hacer series, cambios de ritmo, o correr más de una hora a “ritmo alegre”, y marcarme un 10 km a ritmos incluso por debajo de 4:00 km/min.
Es curioso. El triatlón te pone en forma, define tu cuerpo, fortalece tu sistema de defensa (he de reconocer que desde que lo practico apenas me pongo “malito” 😉 ).
Sin embargo, el triatlón me está enseñando muchas otras cosas, que jamás hubiera pensado que aprendería. Habilidades que son tan importantes, o más, en nuestro día a día.
Este año ha sido el primero que he “competido”, que me he puesto un traje de triatlón de un club, y donde he sentido la responsabilidad de entrenar, de comprometerme con unos objetivos (siempre adecuados al nivel de cada uno, ¡pero cada año subiendo un nivel más!), y de sacar fuerzas cuando menos apetece.
Es cierto que el triatlón es un deporte “caro”. Pero es caro sencillamente por una razón, son tres deportes en uno, y en cada uno de ellos, necesitas equiparte.
No obstante, da igual que tengas neopreno o no, da igual que tengas una bici último modelo aero o un “hierro” de hace 15 años, y da igual las zapatillas que tengas. Si algo me ha enseñado el triatlón, y principalmente, los triatletas con los que tengo el gusto de entrenar y competir, es que la esencia no la vas a encontrar en lo que tienes, la esencia la vas a encontrar en lo que vives, en lo que sientes, en el esfuerzo y en lo que arriesgas.
¿Qué me está enseñando el triatlón?
Podría decir que el triatlón influye, por un lado, a nivel fisiológico, y por otro lado, a nivel psicológico. En mi opinión, vamos a ver qué consecuencias tiene la práctica del triatlón según los diferentes niveles:
Nivel fisiológico
Mejora capacidad pulmonar y cardiaca. Es un deporte de resistencia, y como tal, ayuda a incrementar nuestra capacidad cardiaca, incrementando la cantidad de sangre que fluye por nuestras venas, con lo que eso implica.
Activa metabolismo basal. Básicamente, lo que esto implica es que se incrementan las calorías quemadas por nuestro cuerpo, incluso en reposo. Los duros entrenamientos acostumbran a nuestro cuerpo a consumir un gran número de calorías, manteniéndose esa “falsa” actividad incluso en momentos de reposo.
Control de peso. El triatlón es un deporte anaeróbico, y como tal, la pérdida de peso es una condición sine qua non. Aunque he de matizar. En mi caso, sigo en el mismo peso prácticamente que hace dos años, aunque estoy más delgado. La grasa dejará de ser un estorbo en tu día a día si decides hacerte triatleta.
Ejercitas todos los músculos. Pocos deportes hay tan completos como el triatlón. Desarrollarás a partes iguales tanto tren superior (con la natación), como tren inferior (ciclismo y carrera a pie). Todo ello aderezado con una o dos sesiones semanales de fuerza en el gimnasio, clave para evitar lesiones.
Nivel psicológico
Reduce estrés. Con el entrenamiento diario, liberaremos adrenalina y endorfinas, lo que implicará una mejora automática en nuestro nivel de ansiedad y estrés. Doy fe, en días complicados, nada mejor que una buena carrera a pie. Garantizado.
Mejora autoestima. Esto es consecuencia de dos aspectos fundamentales. Primero, el hecho de ir logrando objetivos, cumpliendo metas, hará que vayamos ganando confianza, y esta confianza la trasladaremos, inconscientemente, a otros aspectos de nuestra vida. Segundo, mejoramos nuestro aspecto físico. Y nadie me lo negará, siempre uno goza de más autoconfianza cuando se ve bien.
Mejora humor, memoria y aprendizaje. El deporte en general favorece las conexiones neuronales, mejora la memoria y la capacidad de aprendizaje. Puede retrasar la aparición de enfermedades como el alzheimer.
Miedo. Sinceramente, pocas veces he sentido ese “miedo” que uno vive cuando realiza su primer triatlón. El agobio en el agua, el miedo a llegar “entero” a la carrera a pie. Prueba a prueba, y entrenamiento en entrenamiento, vamos superando ese miedo y ganando confianza. “A veces se gana, otras se aprende”.
Felicidad. La más importante. El triatlón, y el deporte en general, es sinónimo de felicidad. No sé si será por el compendio de argumentos anteriormente esgrimidos, o por la liberación de endorfinas, pero jamás he vuelto triste de un entrenamiento o una competición. Si entrenas casi todos los días… ¿cuándo estás triste? 🙂
Así pues, podéis ver como el triatlón, y en general cualquier tipo de deporte, sobre todo de resistencia, implica que nuestro cuerpo y nuestra mente aprenden. Es complicado, pero una vez que saboreas esa extraña sensación de sufrimiento y disfrute de manera simultánea, nada vuelve a ser como antes.
Si todos los argumentos anteriores no han servido para convencerte, sólo me queda decirte que te calces unas zapatillas, intentes correr de manera asidua durante un mes, y luego te acuerdes de mí y me dejes un comentario con tu feedback… ¡Igual hasta me das la razón!